25 abr 2011

No a las armas


Estos días pasados estamos asistiendo a una serie de preguntas en el Senado de los diversos grupos políticos sobre las armas racimo y las armas que exportamos a Libia.

Un problema que nos abre en estos momentos los ojos por lo que supone para nuestras conciencias el hecho de que se use tal armamento, el efecto tan destructivo que producen en un cuerpo humano y las muertes de civiles en Libia. ¡Empezamos a rasgarnos las vestiduras!

La venta de armas es un lucrativo negocio para las empresas españolas del sector de la Defensa, con una facturación diaria de cuatro millones de euros, que nos sitúan entre los diez países más exportadores del mundo. El año 2009 fue el mejor año para la industria del armamento, con unos ingresos de 1.346 millones. En el primer semestre del 2010 ya había ventas por valor de 730 millones de euros, lo que presagiaba una estimación de un nuevo record de 1.600 millones de exportaciones de armas autorizadas.

En 2010 se gastaron en nuestro planeta $ 1.53 trillones para gastos militares. Es una cantidad inconcebible. Para poner esta cantidad en perspectiva, la Cumbre Mundial de la Alimentación estima que 30.000 millones al año pueden erradicar el hambre de todo el mundo. Esa es la cantidad que el mundo usa en gastos militares en una sola semana. Existen muchas otras prioridades que requieren inversión financiera: la pobreza, el cambio climático, la creación del empleo. Solo un 10% en la reducción del gasto militar internacional podría resolver en poco tiempo miles de problemas a los que se enfrenta el planeta.

El debate del Senado español parecía ir mas a la legalidad o ilegalidad de esas ventas sucedidas hace tres años o más al Gobierno de Libia. Algo laudable…pero no suficiente.

Existe la posibilidad de que protestemos de toda esta venta de armas que siguen produciendo empleos pero que no justifican su fin. Una de ellas es retirar el tanto por ciento que utiliza el Gobierno en estas exportaciones de armas de nuestra declaración de la renta. Objetar claramente o simbólicamente con la retirada de un simple euro de nuestros impuestos de nuestra protesta fuerte y contundente de la venta de armas a países pobres o en vías de desarrollo sabiendo el mal que se hace y del que todos con nuestro silencio aprobamos.

En lugar de echarnos las manos a la cabeza hagamos algo para que esta situación cambie.

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