22 sept 2011

Los niños y el negocio del tabaco


Cuando hablamos de los niños y el abuso que se hace de ellos casi todos hemos oído hablar como en África los niños no tienen niñez y desde la infancia ya tienen que ir a trabajar para ayudar a sus familias a subsistir.

En Malawi, uno de los mayores productores de tabaco del mundo, muchos niños a partir de los tres años trabajan en las plantaciones de tabaco junto a sus padres y hermanos. Estos niños terminan enfermos y envenenados por la nicotina y las hojas de tabaco verde. Las manos de los niños se recubren de un pegajoso residuo marrón y además sufren de fuertes dolores de cabeza.

Además de no atender la Escuela y perderse así su Educación estos niños de ambos sexos trabajan desde el amanecer hasta el anochecer para algunas veces pagar las deudas que la familia ha contraído en la plantación. Estas deudas que se traducen en cuotas altas de trabajo diario para cosechar el tabaco y que los dueños de las plantaciones exigen a las familias ha sido denunciada por la ONU como una forma nueva de esclavitud.

Unos reporteros hicieron este año un programa sobre este tema en la BBC de Londres recorriendo varias regiones de Malawi, hablando con niños y familias que trabajaban en las plantaciones. Mas tarde hicieron tentativas para hablar con las Autoridades pero no obtuvieron las entrevistas que habían solicitado. Las leyes internacionales prohíben la contratación de trabajadores menores de 18 años, pero eso ya lo sabemos todos.

La producción de tabaco de Malawi la compran las compañías British American Tobacco, Imperial Tobacco y Philip Morris.

21 sept 2011

Las vendedoras de arena


Cuando se ha vivido en África muchos años parece que ya se han visto y oído muchas cosas que jamas las oiríamos o veríamos en el mundo occidental en que vivimos.

Pero no es así. Acabo de enterarme que en el país de Níger las mujeres trabajan para vender arena.
Y con ese trabajo ayudan a sus familias.! Parece increíble!

Salimata , una mujer de 25 años y que aparenta tener muchos mas envejecida por el trabajo, lleva tres años como vendedora de arena en Niamey, la capital de Níger. Y ademas acepta agradecida que gracias a este trabajo pudo salir del infierno en el que había caído. Su familia la expulso cuando se quedo embarazada y tuvo que abandonar la escuela y el pueblo en que vivía. Llego a la ciudad sin conocer a nadie y para sobrevivir recurrió a la mendicidad y a la prostitución, sufrió malos tratos y abusos hasta que encontró ayuda. Pudo unirse a un grupo de mujeres que vendían arena por su cuenta y sin intermediarios. Un negocio que no necesita de micro proyectos, ni de financiación alguna excepto la propia fuerza física y una gran entereza moral de querer vivir sin mendigar y sin ser tratada como un objeto por los hombres. Eso le ayuda a recuperar su dignidad. Cuando llega la noche esta agotada y en mil pedazos y apenas puede quedarse dormida pero el 1,5 Euros que gana diariamente le permiten que su hija este en un Centro de acogida y subvencionar sus necesidades que son mínimas.

Como ella hay otras 200 mujeres en su grupo de todas las edades. Se instalan allí donde pueden encontrar arena fácil de coger, al borde de los campos de cultivo, en el lecho de los ríos o en canteras abandonadas. Tienen que separar la arena de las piedras que puedan tener y lo hacen sentadas, al lado de los montones de arena que han ido formando, piernas extendidas y cedazo en mano, envueltas en nubes de polvo. Tamizan sin parar. Arruinan su salud con el polvo que tragan y el gran esfuerzo que hacen para transportarla a la ciudad. La cargan en dos recipientes que cuelgan de una vara de madera que llevan sobre los hombros y hacen esos viajes varias veces al día. Allí la venden a albañiles que realizan pequeños trabajos de reparación, o para el suelo de los patios. Por 20 kilos de arena reciben algo mas de 0,50 Euro. Los grandes negociantes con camiones no las molestan porque no representan un peligro para sus negocios y porque en cierta manera admiran su coraje.

Solemos decir que todo en la vida tiene un precio, lo que voy aprendiendo cada día es que hasta lo mas impensable, en este caso la tierra que a veces pisamos y que nos ensucia los zapatos, puede ser vendida en kilos para poder sobrevivir.