20 may 2015

Charles Aznavour: Cien años de soledad para Armenia




Es verdad, yo pertenezco a este pueblo muerto sin sepultura. Mi padre y mi madre que pudieron escapar de la tormenta se refugiaron en Francia. Pero no sucedió así para el millón y medio de Ármenos que fueron masacrados, degollados, torturados en lo que ha sido el primer genocidio del siglo XX.
Un viento de arena y después el olvido a recubierto desde hace mucho este asesinato de masas. Los gobiernos turcos que se han sucedido en los albores de 1915 o durante decenios han practicado un negocio de Estado. Ellos se han amparado en la anestesia y en la cobardia internacional. Y ellos no han tenido razón. . Durante años el crimen  ha podido ser considerado como rentable. Hemos tenido que llegar a los años  1980 para que las naciones comenzaran a reconocer  el hecho. El Parlamento europeo primero en 1987 y Francia con una ley promulgada el 29 de Enero de 2001.

Unos veinte países lo hicieron después. Y el Vaticano hace solo unas semanas. Ante tal situación cualquier ser humano con un poco de razón y buena fe no puede que sentirse desamparado. Y yo no soy una excepción a la regla. No he sido educado en el odio. El resentimiento no hace parte de mi universo. No deseo un pueblo turco que ha sido educado en la negación. Quiero hacer confianza a la juventud de este país y a este pueblo que yo amo. Sé que un día abrirá los ojos y pedirá cuentas a los dirigentes de los años de mentiras y de deshonor que han mantenido en la ignorancia a su propia historia. Estoy seguro que un día no lejano “él borrara esa mancha sobre la frente” como decía el poeta turco Nazim Hikmet, no metiendo la cabeza en la arena o cubriéndola de cenizas sino por la reapropiación liberadora de su historia. Dialogo armenio-turco.

Ese día, no lo dudemos, las condiciones serán reunidas para un dialogo turco-armenio sincero y virtuoso. Un paso se cruzara en la leyenda de la fraternidad. No quiero ponerme a dar lecciones sobre este pueblo, esta juventud ¿quien soy yo para hacerlo?. Pero como descendiente de sus victimas, y como personaje publico me incumbe una responsabilidad particular. Llevo sobre mí el peso de su infinito sufrimiento. Un mandamiento moral me une a ellos. Yo escucho sus oraciones. Más fuertes por el hecho de que hayan sido acalladas,  amordazadas.  Los muertos no tienen defensa. Pertenece a los vivos de velar por su respeto y su dignidad..
Charles Aznavour, cantante
Publicado en Le Monde.

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