Si hay algún libro para leer este verano o en cualquier época del año es este. Me han preguntado algunos amigos, as, que les recomiendo y no tengo ninguna duda.
El
libro ha sido galardonado con el premio Pulitzer 2015 y aunque en realidad los
premios a veces no significan mucho esta vez es totalmente merecido.
Esta
novela es muy especial en los tiempos que vivimos de mentiras, agobios, falta
de solidaridad y corrupción política y
personal. Porque es todo lo distinto a estos males con que la TV y la Media nos presenta a nuestros ojos
todos los días.
Sus
personajes, dos niños cuando comienza el relato, una niña ciega y un enclenque huérfano alemán, poseen corazones
que ni el mal más indescriptible
pueden romper. Los dos han recibido amor, seguridad , coraje y conocimiento
de lo que es el bien y el mal de su padre y
hermana respectivamente. Y los han perdido en ese caos que fue la Segunda
Guerra Mundial. Pero solo materialmente, porque ellos les habitan, les guían,
les dan la fortaleza para vivir situaciones limites entre la vida y la muerte. En la oscuridad sobrecogedora que les rodea, ellos ven.
La
narración corre paralela de una vida a la otra y solo nuestros protagonistas se
encontraran unas pocas horas al final de ella. Pero cuando lo hacen se
reconocen en un pasado en el que sin
saberlo una vida ha dado ilusión a la otra, se encuentran en un presente en el
que la bondad que ellos poseen les une
sin palabras y se despiden con un gesto de máximo sacrificio para que el otro pueda tener
un futuro. Pasado, presente y futuro son toda la vida que tenemos y por
la que vale la pena vivir.
Estos
personajes, casi todos los de la
novela, son un canto al amor y a la
indomable capacidad del ser humano por guardar su dignidad y no aceptar a pesar
de todas sus consecuencias el mal que se hace a los otros, Jutta y Frederick
hermana y amigo del protagonista son
también otra pareja de héroes
anónimos pero sin los cuales el mundo no podría seguir adelante.
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