Soldados de Salamina de David Trueba es la película que más me ha gustado de los últimos años.
Cada vez que la vuelvo a ver la encuentro mas interesante y descubro detalles y diálogos que no había percibido las veces anteriores.
La película trata de la búsqueda del héroe en una historia de la guerra civil española y nos conduce a lugares y personas corrientes y reales. No hay nada de esas americanadas que nos inundan en los cines y
Ariadna Gil es Lola Cercas, la novelista que después del éxito de su primera novela de juventud se considera incapaz de escribir nada que valga la pena. Recién salida de una relación de cuatro años que la ha dejado herida se traga virtualmente con los ojos a los niños que ve jugando en la calle y que ella desearía tener y el dolor de acabar de perder a su padre.
Esta actriz para mi opinión, una de las dos o tres mejores que tiene el cine español
en la actualidad, posee la inteligencia de transmitirnos todas sus emociones sin necesidad de hablar. Sus palabras solo hacen que corroborar lo que ya hemos visto unos segundos antes reflejado en sus gestos y en su rostro y su frescura y encanto es inagotable. Los nuevos amigos que ha encontrado en su vida, una echadora de cartas y un estudiante de su clase de literatura, personas autenticas y sin ninguna inhibición en mostrar sus sentimientos le ayudaran en la búsqueda de ese héroe, un tal Miralles anciano ahora y exiliado en Francia pero sobre todo a encontrarse a si misma y a reconciliarse con su vida.
Maria Botto esta esplendida en el papel de echadora de cartas, que en sus encuentros y desencuentros con Lola no dejara nunca de provocarla para que saque la rabia y la frustración que la invaden y vuelva a escribir.
El héroe o la heroína como personaje extraordinario no existe pues; somos todos los seres humanos que aunque a veces muy escondido poseemos el instinto de ayudar a quien se encuentra en peligro sin pensar en nosotros mismos.
El final de la película es precioso por su sencillez y por la verdad que encierra. Lola insistirá al encontrar a Miralles en saber en que pensó en el momento en que sus ojos se encontraron con los del falangista y le oculto salvándole la vida: en Nada, le responderá Miralles.
Y así es. En nada porque no necesitamos razones para no matar y solo tenemos razones, miles de razones para vivir.
1 comentario:
El libro me encantó; la peli la tengo pendiente, pero me has animado... a descargármela (y que no se entere nadie, jajaja!).
Un abrazo, A.
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