Foto de Granger. Galeria de Fine Art
“En la
ciudad había dos mudos, y siempre estaban juntos”, así comienza El corazón es
un cazador solitario de Carson McCullers.
Todos
sabemos que la primera frase de un libro puede tener tanto poder como para que
inmediatamente el lector se sienta atraído o piense por el contrario que no va
a valer mucho la pena el tiempo de dedicarse a leerlo.
¿ Quién no querría saber que les pasa a estos
dos personajes que no pueden hablar porque no han podido aprender el lenguaje?
¿ Cómo viven? ¿ Por que están juntos? ¿Por que el corazón es un cazador solitario?
No
puedo negar mi interés de estos últimos años por la literatura americana y
canadiense y con la que intento
aprender de esas sociedades, sus culturas, sus maneras de pensar, sus inicios.
Ya hay demasiada basura en la Televisión como para no necesitar el compensar
esa vision con mas realidad y belleza.
Y voy
encontrando verdaderas “perlas negras, exoticas, diferentes” dentro del
caparazón de unas portadas y paginas que mientras las mantengo en mis manos me
han trasladado no solo a personajes vivos y distintos, lugares y calles que
nunca pisare y visitare sino que han hecho posible un viaje mucho más
maravilloso y existencial como es el viaje hacia mi interior, mi propio yo, mis
sentimientos, mis momentos felices y oscuros.
Todo aquello que desee ser y no logre porque los cambie por otros que se
presentaron mas deprisa en mi camino haciendo de mi vida lo que soy ahora pero que nunca he olvidado. Son viajes hacia
mi propio corazón.
Carson
McCullers no tenia mas que 23 años cuando escribió esta novela algo que me
muestra su genialidad y el haber sido una escritora en la que el uso de las
palabras le sirvió para describir lo que su mente veía y creaba. Sus personajes
son tan emotivos, reales que tiene la fuerza de hacer lo que solo las grandes obras de la literatura
consiguen. En realidad lo que cualquier escritor, que se merezca esa palabra debe de hacer con su pluma. Comenzar
un dialogo con el lector que no tenga ya
respuestas dadas a sus
preguntas, ni finales a las
situaciones, ni personajes completamente acabados sino que sea el lector quien pueda imaginarlos, vivir con ellos y sentir en su
corazón como todo ese universo es
también su propio universo, sus mismas preguntas, su mismo sufrimiento
sus mismas zonas secretas que nunca jamás
ha querido revelar a nadie.
Que al
pasar pagina tras pagina se dé cuenta con una sorpresa excitante de que el o ella están dentro de esa
historia, se han trasladado a esos lugares y
que ya son Mick, o Jake o Portia
o tienen la piel negra o son mudos... en la que hasta un pequeño bebe al que se
saca en un cochecito a pasear y se le deja solo mientras sus hermanos juegan
sobre el tejado de una casa sin terminar tiene la fuerza de evocarnos nuestra
infancia y nuestro recuerdo de que también alguna vez y a una edad muy temprana
hemos experimentado ya una profunda soledad.
Alguien
ser reía hace poco de mí simplemente porque dije que una de las cosas por las
que sentiría morirme es por que ya no podría
tener el tiempo para leer tantas
cosas buenas que están ahí esperándome, esperándonos a todos y que es puro
alimento para nuestro corazón. Pero ya sé que esto es pura avaricia.
De
momento muchas gracias a Carson
McCuller.
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