16 oct 2025

El negacionismo climático de Trump en la ONU no fue teatro. Fue un plan para causar daño

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Vi el discurso de Donald Trump en la Asamblea General de las Naciones Unidas con la misma mezcla de incredulidad y reconocimiento cansado que muchos en el Sur Global sintieron. Incredulidad, porque el presidente del segundo mayor contaminante histórico del mundo subió al escenario de la ONU y calificó el cambio climático como "la mayor estafa jamás perpetrada en el mundo". Reconocimiento, porque, lamentablemente, esto no es nuevo. Durante mucho tiempo hemos visto a personas poderosas desestimar nuestras realidades vividas como "estafas" mientras nuestras comunidades se ahogan, se queman y mueren de hambre.

El negacionismo climático como estrategia política, no es un error.

Cuando Trump calificó el cambio climático como una estafa, lo presentó como teatro. Sin embargo, para mí, sentado en África, donde las familias se recuperan de las inundaciones y los agricultores calculan el costo de la falta de lluvias, fue algo más calculado.

El objetivo de Trump no era persuadir a los científicos; era inculcar la idea de que la acción climática equivale a un suicidio económico y los combustibles fósiles equivalen a soberanía. Ese mensaje, por falso que sea, explota las inquietudes reales sobre el empleo y la identidad en muchas partes del mundo. Convierte la política energética en un arma, convirtiéndola en una herramienta de nacionalismo, deslegitimando décadas de diplomacia climática y normalizando el petróleo, el gas y el carbón como instrumentos de poder. Al presentar las energías renovables como una debilidad y celebrar la "energía tradicional", buscó reinterpretar la cooperación climática como una traición y la contaminación como patriotismo.

La historia en la que debemos insistir

La historia de Trump afirma que la soberanía se basa en las plataformas petrolíferas y los muros fronterizos. La nuestra afirma que se basa en la justicia y la solidaridad. La acción climática no es debilidad, sino supervivencia y oportunidad. La migración no es invasión, sino adaptación con dignidad. Los combustibles fósiles no traen independencia; crean dependencia de precios volátiles, aire contaminado y activos varados. La ONU, a pesar de todas sus deficiencias, sigue siendo uno de los pocos lugares donde las naciones vulnerables pueden exigir responsabilidades.

Por eso, los líderes africanos utilizaron el mismo escenario para abogar por la justicia climática, el alivio de la deuda y la inversión en energías renovables y resiliencia. La verdadera línea divisoria en la Asamblea General de las Naciones Unidas de 2025 se situó entre dos futuros: uno de negación y división, y otro de cooperación y justicia. La elección es existencial.

Publicado por Green Peace

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