Las puertas del infierno
Nagib
Aoun
No es
una manifestación de pesimismo, sino la constatación de una realidad muy negra
que esta abierta a todos los posibles e imposibles. La región del Oriente Medio
esta en medio de tantos cambios y conflictos que no se conocen quienes son los
verdaderos causantes de ellos ni los resultados inevitables que van a surgir y el Occidente sean los Estados Unidos o la Unión europea se
encuentran en las primeras filas de la tragedia que sucede, inmersos en
una vorágine que el mismo ha
contribuido a provocar.
El
principio era una sensación fría a pesar de que las nubes amenazaban
acumularse, un pulso de músculos
seguido de ataques militares de los que se ignora su eficacia real y el
tiempo que pueden durar, el resultado esta
ahí: un clima de angustia, una aprensión legitima y la convicción unánime de
que en el contexto actual ningún resultado esta garantizado se trate de la
supresión del llamado Estado Islámico y de terroristas de todas clases o del
hundimiento de nuevos “ rectificadores de error” en un conflicto sin fin que
tiene tentáculos transnacionales.
La
historia nos ha enseñado a través de decenios y siglos que no se puede prometer
nada: se sabe cuando las guerras comienzan pero no se sabe como terminan y
que sorpresas nos deparan la caja de Pandora.
La
guerra mundial contra los terroristas del Estado Islámico era inevitable, sobre todo a raíz de su extensión tan grande a
partir del movimiento inicial por el califa proclamado a sí mismo, Abou Bakr
el-Baghdadi, un movimiento que ha salido de las tinieblas, utilizando la
tecnología occidental para conseguir sus objetivos y que intenta desde sus bases de Siria e Irak propagar “
la buena palabra” hasta Occidente, pasando por las monarquías del Golfo. Estas
monarquías que al principio se dejaron seducir por un mensaje islamista que les
parecía adecuado con la política de la región, especialmente en línea con el
régimen asadita honni.
La
única seguridad que existe hasta hoy es: la determinación de la coalición internacional
de terminar con los “ locos de Dios” en
el suelo sirio-iraquí y de impedir la extensión de “ el islamismo conquistador” en un Occidente que acaba de
descubrir que el mismo guarda y da calor
a una serpiente dentro de su seno, hombres y mujeres que ven en la acción terrorista el camino
evidente que les conduce al cumplimiento de sus deseos. ¿ Pero y después? ¿
Cuánto tiempo va a durar la expedición militar dirigida por los Estados Unidos?
¿ Va a conseguir erradicar el monstruo islamista o va a contentarse de
retenerla solo en la región que ocupa ahora?
Y si durante las operaciones
surgen los “daños colaterales” y
las poblaciones civiles se encuentran en
una trampa mortal, ¿los Estados de la coalición irían mas lejos con el
riesgo de envolverse totalmente en las guerras sirio-iraquí?. ¿ Cuál seria entonces la opinión publica de
los países concernidos, una opinión que generalmente es hostil a toda intervención militar en el
extranjero?
Otro
gran interrogante seria: ¿ Aprovecharían los kurdos la
situación para proclamar el estado que ellos han fantaseado durante mucho
tiempo, un estado que se extendería
desde Siria hasta Irak? ¿ Y cual seria la suerte de Bachar el-Assad,
continuaría él a mandar sobre un país devastado, aprendería de las
consecuencias de la caída total de su régimen o se encontraría el a la cabeza
de un “Alaouistan” hambriento en donde la capital seria Lattaquié?.
Contra
mas dure la “guerra mundial” contra el Estado Islámico, mas se dislocaran las
fronteras que nacieron del acuerdo Sykes-Picot. Mientras tanto estas son las
puertas del infierno que acaban de abrirse hace poco en el Oriente Próximo
y nadie puede predecir cuando se
cerraran.
Y una
ultima pregunta: Esta tempestad ¿ dejara de tocar el Líbano?
Traducido
del periódico L´Orient y editado para la africana
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