El activista Leo Igwe está a la vanguardia de los esfuerzos para ayudar a las personas acusadas de brujería en Nigeria porque puede destruir sus vidas. “No pude soportarlo más. Pueden imaginarlo, estar ahí parado y ver cómo matan a gente al azar”, dice el Dr. Igwe.
Después de recibir su doctorado en estudios religiosos en 2017, su moral estaba baja. Había escrito mucho sobre la brujería y estaba frustrado porque el mundo académico no le permitía cuestionar la práctica. La BBC ha visto a pastores pentecostales en Nigeria realizar servicios dirigidos a presuntos brujos, una práctica que no es inusual en un país donde mucha gente cree en lo sobrenatural.
Por ello, el Dr. Igwe creó una organización cuyo objetivo es “utilizar la compasión, la razón y la ciencia para salvar las vidas de aquellos afectados por la superstición”. El trabajo de prevención del Dr. Igwe se extiende a Ghana, Kenia, Malawi, Zimbabwe y más allá.
En el país más poblado de África, mucha gente cree en las brujas y en los poderes diabólicos que supuestamente ejercen, y viven con miedo. Los problemas económicos, las enfermedades o la infertilidad suelen atribuirse a la brujería. Los acusados suelen ser vulnerables. La mayoría de las veces son muy jóvenes o muy mayores, a veces sufren discapacidades físicas o mentales y a menudo viven en la pobreza.
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