16 ene 2018

Retos Ecológicos para las Religiones



Publicado el 3 de enero de 2018 por Begoña Iñarra


El cambio que está adquiriendo actualmente en la Humanidad un mayor impulso es "la nueva cosmología" de las ciencias cósmicas y naturales. Por primera vez, tenemos una visión científica del Universo: sus orígenes, sus dimensiones, su evolución, las galaxias, las estrellas, los planetas y la vida. Esto significa que poseemos una visión muy diferente a la que teníamos anteriormente.


A lo largo de la historia de nuestra especie, nunca habíamos tenido acceso a esta Visión. Las religiones, llenaron las lagunas de nuestra ignorancia y nuestros temores colectivos, valiéndose de la imaginación y de la superstición. Los mitos crearon un papel social útil e importante. El problema es que hoy no podemos seguir basándonos en una "epistemología mítica", es decir que ahora conocemos "las descripciones objetivas de la realidad." Las religiones imaginaron un pequeño plano, inmóvil, fijo, un mundo que fue creado exactamente como lo vemos, dirigido por un Dios "allá arriba y muy lejos" que era la razón última de todo.


Este "imaginario religioso", confrontado con el nuevo conocimiento científico, se ha desmoronado. Es imposible ser una persona moderna y seguir participando en este “imaginario”. Es el conflicto global entre la ecología y las religiones.


La "nueva historia" que la ciencia nos presenta, por primera vez, una historia científica y una historia compartida por toda la humanidad, ofrece una nueva visión del mundo, desconocida hasta ahora:



Un universo en movimiento total y continuo: nada es fijo, como habíamos pensado anteriormente.



Expandiéndose: todo comenzó con una gran explosión, y todo continúa expandiéndose de forma imparable.



Voluntad y despliegue: no es un cosmos controlado por leyes eternas e inmutables, sino una “cosmogénesis” que se desarrolla desde dentro.



Con la aparición de propiedades emergentes y con la “auto-organización” del desorden del caos: el todo más grande que las partes, pero presente dentro de cada uno.



Orientado hacia una complejidad, con vida y conciencia cada vez mayores, que florece, finalmente, en los seres humanos, que crea una conciencia colectiva y asume la responsabilidad del cosmos.



Holísticamente vinculados, en redes de redes, en el que cada partícula está relacionada con todas las demás.



Esta nueva visión nos pone ante un mundo diferente y cambia radicalmente en diversos aspectos:


Cambia nuestra imagen de la naturaleza:



No podemos seguir pensando que la historia humana es la única historia importante.



No podemos seguir aceptando una calificación religiosa negativa (pecaminosa) de la materia y todo lo relacionado con ella (carne, instinto, sexo, placer).



No podemos seguir aceptando el mito del "pecado original", que todo está contaminado por nuestros antepasados: en cambio, debemos abrazar la realidad de una "bendición original".



En la cosmovisión de hoy, no es posible aceptar un "segundo nivel".



Esto ya no es sostenible. Hoy, todo debe verse "al mismo nivel". No hay "metafísica" (o, al menos, no tiene que ser necesario u obligatorio creer en ella, por útil que pueda ser imaginarla ...).



Esta vida no puede considerarse simplemente como una visión pasajera, una "prueba" que nos califica para la vida eterna, la verdadera y definitiva, más allá de la muerte, para la cual el Creador nos ha destinado. Las religiones de "salvación eterna" necesitan urgentemente hacerse inteligibles en el contexto mental de hoy.


Cambia la imagen del ser humano:



No venimos de arriba ni de fuera, sino de dentro y de abajo, de la Tierra y del Cosmos: somos el resultado actual, la flor de la evolución cósmica.



Es falso que somos superiores, diferentes y retirados del resto de la Naturaleza, con una mente y un espíritu recibidos directamente de Dios.



No somos los "dueños de la creación”. Somos solo una especie más, la única capaz de asumir la responsabilidad.



No podemos vivir separados de la Naturaleza como seres sobrenaturales, artificialmente desnaturalizados.



No somos "sobrenaturales", sino que somos muy naturales, o naturales, en una medida que otros seres no han alcanzado. Somos la Naturaleza y la Tierra que siente, piensa y ama, la materia que ha llegado a la reflexión.


Cambia nuestra imagen de Dios:



La causa de esta visión precariamente limitada de la naturaleza, del cosmos, de la Humanidad, ha sido nuestra insuficiente imagen de Dios.



La visión actual de la realidad ya no nos permite imaginar a un Dios "allá arriba y muy lejos", existiendo en un "segundo nivel superior" del que dependemos desde nuestro nivel inferior de aquí abajo. Hoy vemos que no tiene sentido hablar o pensar en un "fuera de" o en un "por encima" del cosmos.



La idea de un Dios separado de la creación -transcendente- es uno de los principales problemas.



Un Dios antropomórfico como nosotros no tiene sentido: una persona que piensa, decide, ama y se comunica como nosotros ... Dios, Theos o Zeus. Pensar que Dios es Señor, propietario, juez, recompensador y castigador hoy es claramente un antropomorfismo.



La "Divinidad" (en su dimensión real) solo puede encontrarse en la única realidad cósmica.


Regresando al Cosmos y a la Naturaleza


Santo Tomás de Aquino dijo que un error sobre la naturaleza tiene sus raíces en un error acerca de Dios... Hemos sufrido grandes errores en nuestra comprensión de la naturaleza y, sobre todo, por nuestra ignorancia respecto a ella. Por lo tanto, es lógico suponer que la imagen de Dios y de la religión, en relación con la naturaleza, tiene graves deficiencias. Hoy, somos capaces de remediar estos errores. Parece claro que las religiones le han dado la espalda a la naturaleza, especialmente porque han concentrado toda su atención en una pequeña "historia sagrada" iniciada hace solo 3000 años, y que esta es la única "revelación" que toman en cuenta.


La “explosión” de la ciencia en los últimos tiempos es, sin duda, una nueva "experiencia reveladora", en la que el elemento divino de la realidad se nos manifiesta de una manera nueva. Actualmente, nada está inspirando una nueva conciencia espiritual en todo el mundo, como un nuevo relato de nuestra historia cósmica. Las religiones necesitan sentir el “kairos” ecológico de esta hora, regresar hacia el cosmos y la naturaleza, para reconocer en ellos nuestra "historia sagrada", superando el divorcio actual entre la ciencia y la espiritualidad, entre la religión y la realidad. Aceptar el desafío de la ecología no significa incluir "el cuidado de la naturaleza" como un imperativo moral más. Es algo más: es una completa "reconversión ecológica" de la religión misma.


Desafíos para las religiones


No solo ha cambiado la imagen física del mundo. Todo ha cambiado: su origen, su arquitectura, sus dimensiones, su complejidad, su significado. Frente a este cambio, las religiones que han elaborado toda su herencia simbólica (categorías, teologías, liturgia, dogmas, ritos, mitos ...) en el contexto del viejo imaginario parecen profundamente anticuadas, pertenecientes a un mundo obsoleto y distante que no existe, e incluso puede ser inimaginable. El lenguaje religioso pierde su sentido y significado, llegando a ser ininteligible para las generaciones más jóvenes. Las religiones que han servido a la humanidad para expresar las dimensiones más profundas de la existencia durante milenios, ya no parecen funcionar.


En esta situación, las religiones se sienten atrasadas e incomprendidas, sin entender con claridad qué es lo que causa esto. Con frecuencia reaccionan defendiéndose, repitiendo y reafirmando intempestivamente su tradición sagrada, sus "verdades reveladas", sus "verdades eternas". En su lugar, deberían reinterpretarlas y hacerlas relevantes al lenguaje y a los nuevos paradigmas que ahora usamos, abandonando los errores de perspectiva que nos han perjudicado a todos, causados ​​por la ignorancia de la Humanidad.


La década de 1960 fue un momento de esperanza y optimismo en el cristianismo en general, se ofrecía la posibilidad de una profunda renovación interna y una reconciliación con el mundo y con los valores de la modernidad (ciencia, democracia, valor de la persona, libertad religiosa y otras libertades, la perspectiva de los pobres, etc.).


Pero esta primavera se truncó rápidamente, frente al miedo que surgió de la conmoción cerebral que implicaba la renovación. El miedo ganó, frenó este movimiento. Los pasos hacia atrás no han hecho otra cosa que distanciar, más y más, a la sociedad del Cristianismo institucional. Decenas de millones de personas en Europa han abandonado la religión en las últimas décadas, por ejemplo, porque ya no pueden aceptar una cosmovisión que ven ya superada. Buscan una realización espiritual a través de nuevos caminos.


Solo una reflexión profunda, en el campo de la ecología y en otros "nuevos paradigmas", seguidos de una valiente renovación teológica, reabrirán la puerta de la esperanza.


José María VIGIL


Comisión Teológica Latinoamericana de EATWOT


http://Comision.Teologica.Latinoamericana.org/indexEnglish.html
PANAMÁ


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