27 jun 2008

pobrezas


Pobrezas

Me ha gustado mucho el comentario de un amigo a mi dicho “pues no será” que yo había enfocado desde un chiste para hacer así resaltar que con los años yo me he hecho mas liberal y posiblemente mas respetuosa de las ideas de los otros dentro de un contexto en que se presupone hablamos todos respetando los derechos humanos y la dignidad de la persona aunque lo hagamos desde distintas perspectivas y creencias. Esto lo he aprendido de la vida misma y de la convivencia con otras razas y culturas en las que la mayoría de las veces yo he sido la extranjera. El hecho de que se me aceptara a vivir en medio de ellos demostraba tolerancia hacia mi persona y una acogida muy grande a compartir con ellos lo que son y lo que tienen.

Por eso es posible que yo aprendiera que nadie posee toda la verdad sobre ninguna cosa y que la convivencia solo puede hacerse a base de presupuestos como este.

En mi “pues no será” yo hacia una reflexión sobre las ideas fijas y fundamentalistas en contraste con la pobreza de la palabra. Me explico. Hace unos años alguien muy sabio y con mucha experiencia publicó un articulo sobre este tema: Su tesis presentada con mucha sencillez pero no de una manera simplista expresaba la idea de que si los seres humanos no nos podíamos comunicar mas era porque nos aferrábamos fuertemente a nuestras ideas y discurso y queríamos a toda costa convencer sino imponer a quien pensaba de distinta manera o veía las cosas desde otras perspectivas. La pobreza de nuestra palabra no consistía en que nuestras ideas no fueran buenas o tal vez no poseyeran mas aspectos lógicos o buenos a cerca de lo que se debate que la de los otros. En muchos casos es posible que así sea sino que una vez expresada la idea o el punto de vista nuestro la pobreza de la palabra consiste en dejarla que haga su trabajo por si misma: que sin insistir y repetir guardemos un silencio que no es debilidad sino posiblemente mas fuerte y contundente que todas las discusiones y enfrentamientos. Esto es lo que digo y pienso y sino es aceptado o valorado pues no importa. Ahí queda. Yo asumo la pobreza de mi palabra.

Estoy leyendo la biografía de un francés que vivió la segunda guerra mundial, los trenes abarrotados de personas como si fueran animales en los que a cada parada diaria se sacaban y arrojaban a los que morían como sacos y su ultimo destino el campo de exterminio.

Toda su vida la pasó intentado encontrar respuesta a la pregunta de si una fraternidad humana universal es posible. Sus experiencias dicen lo contrario. Tratamos de destruir a quien no es o piensa como nosotros y la mejor manera de hacerlo es degradar su condición humana para así poder darse la excusa de exterminarlo.

Suena verdaderamente más que triste, es dolorosamente fuerte.

Pero éste hombre encontró también la respuesta y con ella consiguió la paz de su corazón y dar esa paz a los que lo rodeaban. Su búsqueda es similar a la de la pobreza de la palabra. Es la pobreza de no querer asumir ningún poder ni imponerse al otro. Y esa es la utopía llevada a la practica diaria en los pequeños y grandes actos de nuestra vida de los grandes hombres y mujeres que han conseguido que sean reconocidos muchos derechos humanos de grupos y naciones . Jamás utilizar el poder y la fuerza que se posea, pequeña o grande para imponerse al otro. Ni en la familia, ni en la amistad, ni en el trabajo, ni en la sociedad en que nos toca vivir. Aceptar la pobreza de nuestros actos, seguir obrándolos sin imponérselos a nadie. Eso los hace más y más atractivos a los ojos del otro. Y como la palabra esos mismos actos por ellos mismos tiene vida y hacen camino.

Consejo de un sabio:

¿Quieres comunicar el secreto de una sabiduría?
Pues no lo hagas desde ninguna filosofía.
Cuéntales una historia fuerte y verdadera
una gran historia de amor.
Es muy posible que ellos no te crean, pero les harás soñar:
Y en su sueño ellos verán encenderse la estrella de la esperanza.

No hay comentarios: