28 feb 2017

El Papa invita a los medios de comunicación a no olvidar "el océano de bien" presente en el mundo.




Mensaje con motivo del 150 aniversario del diario italiano La Stampa.


Angelus del 29 de enero de 2017 © L'Osservatore Romano



Exponer la situación del mundo actual, sí,  pero nunca olvidar el "océano de bien", que actúa en él. Es la llamada del Papa Francisco a los medios de comunicación. En un mensaje con motivo del 150 aniversario del diario italiano La Stampa 9 de febrero de 2017, el Papa advierte contra la "petrificación del corazón": "la vida se nos da y (...) se nos invita a compartirla (...) interesándonos los unos por los otros".

En su mensaje publicado en la edición especial de este periódico, que nació en Turín en 1867, el Papa nos invita a no dejar que se nos "robe la esperanza" ante un mundo lacerado por los conflictos, la violencia, el odio, el terrorismo. Le causa mucha tristeza "esta guerra tan compleja" que está haciendo "innumerables víctimas inocentes," y también la "crisis económica", las "terribles consecuencias de la pobreza, el hambre, el subdesarrollo", el "abismo hacia el que nos estamos precipitando al devastar el medio ambiente".

Pero "si el mal parece amenazante y dominante, existe un mar de bien, que actúa en el mundo," continúa diciendo, "existe el rostro de los que prestan auxilio a las víctimas de los bombardeos de Siria. La mirada de quienes acogen a los inmigrantes sin caer en la tentación del cierre de fronteras, de ver en el otro, en quien es diferente, un "enemigo". Los que se comprometen a ayudar a muchos jóvenes y niños de los países pobres que no tienen futuro. El Papa se alegra por los voluntarios que acuden a las salas de los hospitales, los que comparten un poco de su tiempo con las personas mayores y solas de nuestras ciudades".

Así, el Papa desea a La Stampa "que hable del mundo en que vivimos sabiendo describir su complejidad, sin olvidar nunca ese océano de bien que nos hace mirar el futuro con esperanza."

El Papa Francisco se detiene en dos "desafíos", el primero "superar la globalización de la indiferencia", esta "enfermedad corrosiva que nos petrifica el corazón que nos hace narcisistas y capaces de mirar sólo hacia nosotros mismos y hacia nuestros intereses, que nos hace incapaces de llorar, de sentir compasión, de dejar que nos conmueva el sufrimiento de los demás”.

Esta "petrificación de corazón", advirtió el Papa, "que nos acostumbra a ver los coches bomba de los terroristas,... a los migrantes que se ahogan en el Mediterráneo... a las personas sin hogar que se están congelando en nuestras calles". De este modo, añade, "nosotros nos degradamos poco a poco: nadie nos importa y nosotros no pertenecemos a nadie." Mientras que " se nos da la vida, se nos invita a compartir (...) interesándonos por los demás."

El segundo reto es "una llamada al realismo": "Es esencial buscar soluciones integrales para combatir la pobreza,  devolver la dignidad a los excluidos (...) y cuidar de la naturaleza a partir de lo que es más precioso, la vida humana."

En Jesús, Dios "escogió nacer en la pobreza, lejos de los focos luminosos, de las seducciones del poder, del esplendor de la apariencia." Es la "revolución de la ternura" para encontrar a Dios "hay que inclinarse, agacharse, hacerse pequeño. La paz, la alegría, el sentido de la vida se encuentran si nos dejamos sorprender por ese Dios-Niño, que aceptó sufrir y morir por amor".

"Día tras día se reconstruye la paz, la justicia, el reconocimiento de la dignidad incontenible de toda vida humana, desde el más pequeño e indefenso, reconociendo a cada ser humano como nuestro hermano."

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